Desde el 2018 cuando Urano el planeta de las re-evoluciones ingresó en Tauro por primera vez hemos sentido un tirón importante en el tema del ritmo personal y la velocidad con que navegamos la vida misma. Quizás, desde aquel año hemos perdido el notable sentido de hacer cosas con rapidez y en un tenor obsesivo. O quizás hemos sentido esas llamadas de atención a honrar nuestro ritmo con cada “Uranazo”
Tauro es el arquetipo o modelo humano que nos conduce al cuerpo físico y sus sensaciones o lenguaje, a valorar lo que es verdad y belleza en nuestro andar y vivir en coherencia con ello, a celebrar los recursos internos que poseemos y colocarlos al servicio de la humanidad como y con Arte. Nada más y nada menos, creación a ritmo sagrado.
Tauro toma el fuego de ser (Aries) y la celeridad de su chispa para sembrar vida. Urano en Tauro nos pide gestionar un jardín excéntrico, que escuche y tome en cuenta la severidad del pasado en el tejido de esperanza del futuro.
A cuatro años de su entrada en Tauro, Urano (regente de Acuario, los colectivos y el sistema nervioso) nos ha permitido mirar los estragos que la Revolución Industrial, los sistemas opresivos, las guerras mundiales, el elogio a la prisa y la locura de la producción en serie han hecho en nuestros ritmos y patrones de energía.
La gran mayoría somos personas cansadas “aparentemente de nada”; sin embargo, también somos incapaces de bajar el ritmo, pausar o escucharnos, porque comenzamos a sentir el patrón condicionante de la culpa, o de sentir que estamos “perdiendo el tiempo”, o que no somos de ayuda.
Específicamente, cuando intentamos crear algo nuevo: un proyecto profesional, una amistad, un nuevo estado o formato de vida o incluso, hábito, caemos en el viejo patrón de la presión y la velocidad. Queremos que el proyecto nazca en su idea, se desarrolle y de sus frutos en un abrir y cerrar de ojos, deseamos que el hábito haga camino en nuestro cuerpo en dos días. Buscamos acelerar las vinculaciones y vivir historias de amor en serie y a 2x de velocidad. Tampoco honramos el cierre de ciclos que antecede todo renacer genuino. Vamos arrastrando los excedentes y las sobras de ciclos anteriores a los ciclos nuevos. Por eso estamos cansad@s.
El 18 de enero de 2022 el eje nodal rotó a Tauro-Escorpión ofreciendo una clara apertura al mundo del gozo, la belleza, el placer, la creación en ritmo sagrado cotidiano.
Tauro nos invita a hacer de nuestra vida una obra de arte.
Estamos aperturando un tiempo de dieciocho meses para curar nuestra energía; y tal como en la curación de arte: analizar, seleccionar, disponer de los elementos que dan coherencia a nuestros valores esenciales y verdadero ritmo interno.
¿Qué es lo que quieres curar en tu vida?
Este eje nodal nos pone de cara a entender el caos en nuestra energía, en ese misterio que somos, y al sondearnos poder ir curando los patrones energéticos que ya están desgastados. Y recuperar el único poder verdadero: nuestro poder personal.
¿Cuáles son mis recursos personales, mis recursos internos? ¿Qué es lo que más valoro en la vida? ¿Mi cotidiano es coherente en el cuidado y gestión alrededor de esos valores? ¿Todo esto que habita mi cotidiano es con belleza o disonancia? ¿Le doy su espacio y tiempo a cada creación o qué me cuento para caer en la compulsión y anular el gozo?
Hoy al despertarme le pregunto a mi cuerpo y vida cómo están. Y me miro como Tejedora, Pintora, Danzante, Cantora, Paisajista, Escultora, Escritora, Cineasta, Creadora de este misterio que soy. Honro cada creación en su espacio y ritmo. Hago de la paciencia, constancia y belleza mis recursos personales como obsequios taurinos. Mi cuerpo es mi brújula. Soy compasiva y atenta ante su mensaje. Mi acción tiene propósito, ya no me distraigo en el dolor de la compulsión.
Karina Falcón
Creadora en La Mujer Lunar