Poco a poco, a raíz de ir cruzando un nuevo siglo y una nueva era, nos hemos permitido expandir nuestra consciencia y entender el mundo desde una nueva mirada, Nos hemos permitido sanar, es decir, integrar. Hemos logrado soltar la orilla de creer sólo en lo tangible para darnos cuenta que si bien somos cuerpo y materia, también somos alma y espíritu.
Hemos cuestionado nuestras creencias más hondas. Y nos hemos permitido sembrar el rezo de arriba en la tierra, en el suelo donde vamos haciendo camino.
A partir de las dinámicas personales y colectivas nos hemos abierto paso como humanidad a un nuevo entendimiento, logrando en los últimos años (sobre todo después de 2010 -con la entrada de Urano en Aries y la Gran Cruz Cósmica) un aceleramiento, y el brote constante de alternativas que nos apoyen a comprender mejor esta alma, corazón y espíritu que somos.
Los círculos de hombres y mujeres han crecido, también ha crecido el llamado interno a conectar con la tierra, con la esencia peregrina para recoger aprendizajes en no-lugares y lugares sagrados; cada día que pasa vamos obteniendo más y más herramientas nuevas pero ancestrales que nos apoyan a re-conectarnos con el Gran Misterio, a cruzar por nuestro centro y sostenernos ahí por más tiempo. Estamos en unos tiempos preciosos, sin duda, y privilegiados.
Y así, los gigantes del cielo comienzan a hacernos un llamado importante.
A mitad del camino… a los 15 grados del signo en el cual se encuentran: Saturno (en Sagitario), Júpiter (en Libra) y Plutón (en Capricornio), abren un diálogo con la Abuela Luna en su Creciente en Acuario, y nos llaman a la humildad, a re-encontrar el camino verdadero en nuestro ser, en el silencio, en la intimidad con nuestro corazón.
En los últimos dos años, hombres y mujeres, hemos seguido el paso de la profunda necesidad de conectar con nuestro espíritu, sin embargo, para muchas y muchos, este viaje ha conducido al ego espiritual, a la vanidad mística.
Y tras haber cruzado en su paso el corazón de la Galaxia, la Abuela Luna nos llama al equilibrio, a la disciplina en la humildad, a mirar y vivir con respeto la tradición y los caminos espirituales que se nos abren, a honrar las herramientas que se han abierto al colectivo.
Es tiempo de recordar que somos nuestros propias maestras, y que allá afuera existen hombres y mujeres medicina, así como instrumentos y recursos que nos apoyan a mirar y a encontrar con belleza y armonía esa maestría en el propio corazón… pero que esos recursos, hombres y mujeres NO son la sanación.
La única posibilidad de sanación existe en nosotras, y si cultivamos el silencio interno siempre podremos encontrar ese camino a casa. Y si deseamos, podemos hacerlo acompañada por círculos de mujeres, terapias, apoyos, canalizaciones y experiencias que así deseemos y sintamos.
Sembremos el rezo de la humildad: la posibilidad de conectar de nuevo con la tierra, entendiendo nuestras limitaciones, dejando de competir, soltando la tentación constante de demostrar y jactarnos acerca de cuánto hemos entendido de la espiritualidad, la tradición o del despertar a la nueva era.
Vivamos con gozo nuestra conexión con el Espíritu en el silencio del corazón. Miremos con compasión el camino de quienes nos rodean, y pongamos nuestra valía en la alegría de cada experiencia a la que nos entreguemos.
Como sea que nos llegue el tiempo de la consciencia, que sea bienvenido, que sea reverenciado, entendido con belleza, con humildad… con los pies verdaderamente en la Tierra.
La Mujer Lunar
Pingback: Sanar el ego… espiritual. – Carpa Lunar | Tarot Maria del Pilar
Excelente!!
El viaje es hacia dentro.
Q compartamos es maravilloso
Siempre desde el centro!!
Gracias de ?
Simlemente gracias
Namasté